La noticia este domingo 28 de agosto de 2016 de la muerte repentina del cantautor mexicano Juan Gabriel, debido a un paro cardíaco, nos ha dejado consternados a millones de personas alrededor del mundo. Pero, ¿porqué se siente como si alguien muy cercano y querido ha partido? ¿porqué nos duele tanto su muerte?
Esta vez, no escribiré un recuento de su vida que ya casi todos la conocimos, pero si me lo permiten, les deseo compartir más bien mis valiosas y humildes anécdotas. Recuerdo a Juan Gabriel desde niña, en los 70s teníamos un restaurant cerca de Acapulco, en Coyuca, y ahí una sinfónola que me conecto desde muy pequeña con la música y su intérpretes, y desde donde escuchaba durante una época -día y noche- «No tengo dinero», una de sus primeros éxitos y «Me he quedado solo», que en este momento tarareo con mucha tristeza pero a la vez con la dicha de conocer tantos hermosos temas que Juanga no ha dejado y que nunca desaparecerán.
Mas tarde, otra de mis grandes memorias siendo niña seria su composición «Buenos días Señor sol» que la cantábamos con mi hermana en todas las fiestas, paseos y reuniones familiares. Un tema muy positivo y lleno de gratitud que dice: «Todas las mañana entra por mi ventana el señor sol, doy gracias a Dios por otros día más…»
Mi primer contacto con Alberto Aguilera
Ya de adolescente, estudiando la secundaria en Playa Azul, Michoacán, a finales e inicios de los 80s, lo conocí en persona en una mañana que siempre he recordado como única y que nunca había contado pero que fue una de mis primeras cercanias con un ídolo. El cantaría en Lazaro Cárdenas y se hospedó en el Hotel Playa Azul, propiedad de familiares cercanos. A mi que ya me encantaba el mundo de la farándula, y mi tía Lety Garibay -si no mal recuerdo-, me dijo que fuera y que me lo proletarian. Y así fue, e increíblemente Juan Gabriel hasta me invitó a sentarme y desayunar con él, creo que ni pudo desayunar porque cada minuto venia una persona a pedirle fotos y autógrafos y él atendía a cada uno como si fueran sus conocidos. Pero si recuerdo que hablamos de Parácuaro, el pueblito donde nació que unos meses mas tarde yo iría a conocer. Ese mismo día del encuentro, parte de su equipo y una cantante de nombre Isabela Corona, que le abría los conciertos -en ese entonces-pasamos una tarde inolvidable montando a caballo. Alberto, quien también iba a ir con nosotros, prefirió al final quedarse a descansar. Pero ese día fue inolvidable.
Esta tarde, cuando en mi facebook compartí esta noticia tras recibir una llamada, y comprobar que era cierto, me inundo un dolor muy fuerte, creo que en casa todos lloramos y no lo podíamos creer. Crecimos disfrutando su música, en el auto, en el trabajo y siempre tuvimos sus discos, lo admirábamos, amamos sus canciones. Como no quererlo si con su letras hemos reflejamos durante décadas nuestros propios sentimientos.
Otra ocasión que pude verlo muy de cerca, y entrar a su camerino, fue en el Allstate Arena, ya que me tocó acompañar a Pablo Montero, quien tuvo el honor de cantar con el Divo esa noche. Su sencillez siempre fue única.
Lo vi en muchos conciertos, y lo seguiré escuchando porque admiro su música y porque su legado no los ha dejado a todos sus seguidores. «Amor eterno» es una de las 10 canciones favoritas de mi vida.
Esta fue la única foto que conservo con él, y fue tomada en el Allstate Arena de Chicago en el verano de 1996.
Que en paz descanses Alberto Aguilera Valadez, «Juan Gabriel»..
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